viernes, 11 de noviembre de 2011

Madres y estudiantes: todo un reto de la mujer contemporánea

Por: Lorena Beltrán y Maria Elisa Ponce

C

omo si se tratara de una doble titulación, Marcela Bejarano debe repartir su tiempo entre ser una dedicada estudiante universitaria y desempeñar el rol de madre. A sus 23 años de edad, esta joven, estudiante de Fisioterapia, se levanta todas las mañanas con la esperanza de brindarle a su pequeña hija un futuro mejor.

Al igual que Marcela, cientos de mujeres, entre los 17 y 25 años de edad, estudian y cuidan a sus hijos. Estas mujeres han logrado ponerse los pantalones y seguir adelante, demostrando una vez más que el amor de una madre no tiene límites. Sin embargo, esta no es una labor fácil, requiere de sacrificio y entrega, razones suficientes para tomar en consideración que la maternidad no es un juego de muñecas.

Desde el embarazo

El período de gestación es determinante. En este la madre experimenta toda serie de sensaciones físicas y emocionales que están estrechamente relacionas con el desarrollo del bebé. De ahí que la maternidad genere cambios en el proyecto de vida, reestructurando metas y objetivos a corto plazo. De acuerdo con un estudio realizado, en el año 2009, por María Estupiñán y Lucía Aponte, “existen diversos efectos psicosociales en universitarias embarazadas que generan crisis y ajustes en la estructura familiar y afectiva de la madre”. Tales efectos tienen que ver con las transformaciones en la vida social, los hábitos alimenticios, y la forma como percibe el entorno cotidiano. “Teniendo en cuenta que en su mayoría los embarazos no han sido planeados, durante el primer mes se mantienen los hábitos comunes a la población universitaria; solo la confirmación del embarazo y su aceptación, producen cambios en la alimentación y el manejo del tiempo libre”.

En este sentido, la madre, quien ahora es conciente del nuevo rol que desempeña, debe lidiar con las presiones que genera la universidad, la familia, y la sociedad: por un lado se encuentran la responsabilidad de dar cumplimiento a los objetivos académicos, y el sostenimiento económico que implica ello; y por el otro, la incomodidad que generan las diferentes críticas de sus compañeros y familiares. Estos factores, junto con una pérdida del apoyo familiar y de la pareja, constituyen, ocasionalmente, las principales causas por las que una madre, en proceso de gestación, abandona la universidad.

¿Cuál es el papel de familia? ¿Y el de la pareja?

Si bien, cuando la mujer se encuentra en embarazo tiene que enfrentar grandes transformaciones, el nacimiento de un nuevo ser constituye para la mujer sortear toda clase de nuevas situaciones incluyendo la de aprender a ser mamá. Cambiar pañales y alimentar al bebé, remplazan de forma prioritaria el leer y hacer trabajos de la universidad. En este punto, las jóvenes madres que se esmeran por estudiar dan un gran salto a la madurez. No sólo porque el rol de madre debe ser equilibrado con el de estudiante universitaria, sino también porque está en juego la estabilidad emocional de la mujer, quien tiene como meta personal el poder convertirse en una profesional exitosa. Por tanto, Marcela, al igual que muchas otras madres que pasan por la misma situación, considera que el papel de la familia y de la pareja es fundamental: “El apoyo de mi familia es muy importante, por que con la universidad y mi hija no me queda tiempo para trabajar, Así que dependo económicamente de ellos; de no ser así no podría terminar mi carrera”.

Según Gerard Lutte, psicólogo francés especialista en estudios sobre la juventud, en su libro Liberar la adolescencia, el embarazo constituye un motivo de conflicto permanente al interior de la familia. No obstante, en algunos casos, la criatura refuerza la cohesión de la familia, a la vez que mejora la relación entre la adolescente y sus padres. El proceso de autonomía de la joven madre se convierte, para la familia, en un incentivo más para apoyarla y darle respaldo. Para Dora, madre de Marcela, el apoyo es determinante para que su hija pueda cumplir con sus expectativas de vida: “Uno siempre quiere lo mejor para ellos, que se superen y logren terminar su carrera. La herencia más grande que uno puede dejarle a ellos es la educación”

Con esto queda claro que el papel que desempeña la familia, como soporte económico y emocional de las madres universitarias, es importante. ¿Pero cuál es el papel que juega la pareja? Andrés, novio de Marcela hace ya tres años, considera que su rol, como padre y pareja, es fundamental: “La figura paterna siempre es importante. Se puede brindar apoyo emocional y moral, que es una de las formas como se reconoce en la otra que la ama y la estima. Colaborarle a la mujer con las actividades del niño, implica que ella tenga acceso a un espacio personal donde pueda desarrollar sus actividades académicas, y no sólo las académicas, otras también. Más que una pareja, somos un equipo”.

De acuerdo con Lina Abello, psicóloga especialista en psicología clínica y social de la Pontificia Universidad Javeriana, la familia desempeña un rol fundamental; no sólo porque de esto dependerá que la joven continúe con sus estudios y con su proyecto de vida, sino también porque con ello será capaz de asumir ambos roles. Del fortalecimiento en las redes de apoyo, tales como la pareja y la familia, depende que ella pueda prevenir emociones destructivas tales como la frustración y depresión.

Sin embargo, a diferencia de Marcela, existen cientos de madres solteras que a pesar de contar con una familia que la apoya, no cuentan con el amor y la comprensión de una pareja estable. Muchas de ellas, son universitarias que día a día deben dividir el tiempo entre el ser madre y universitaria, demostrando una vez más los alcances que tienen las mujeres para llevar a cabo lo que se proponen

En la universidad

Una de las dificultades de ser madre universitaria recae en la distribución del tiempo. “Debo organizarme para ocuparme tanto de lo académico como de la maternidad. Estudio en las noches cuando mi bebé se duerme o en los espacios libres que tengo en la universidad. Debo ser mamá y estudiante a la vez. No puedo descuidar ninguna de las dos cosas”, dice Marcela en un tono que da muestra del agotamiento físico que experimenta a diario.

Para Catherine, estudiante de VI semestre de Sociología, la falta de tiempo debe obedecer al desarrollo de ciertas dinámicas que permitan integrar la crianza de su hija con el proceso de estudio. Catherine ha diseñado sus horarios cada semestre de forma tal que sus clases comiencen a media mañana, para así despertar a su hija Sofía y acompañarla a arreglarse; además procura que estas sean hasta la tarde, con el fin de poder recogerla en el jardín infantil al que asiste y hacer sus tareas, pasando así la mayor cantidad de tiempo posible con ella. Más adelante, cuando Sofía se acuesta a dormir, Catherine se dispone a realizar sus trabajos de la universidad.

Esta rutina es bastante agitada y requiere de un doble esfuerzo por parte de Catherine: “realmente quisiera estar mas con ella. Mis estudios o mi hija; prefiero tratar de equilibrar los dos. Igual siempre le estoy enseñando cositas, tratando seguir el ritmo de la universidad, me aprendo todas las canciones que ella se sabe y le enseño otras. Es algo bonito, además por ahora lo que ella aprende son cosas fáciles y divertidas, y en cuanto a educación como tal, siempre le estoy enseñando, la estoy corrigiendo, la felicito cuando hace las cosas bien. Trato de ser una buena mamá para ella”.

En la universidad se encuentran todo tipo de personajes. Está el metalero, el rasta vegetariano, la feminista consagrada a su movimiento, el anarquista, el socialista, el conservador, entre muchos otros. Sin embargo, entre todos ellos se destaca el personaje de la madre universitaria, El cumplimiento de los deberes académicos depende sólo de ella, eso es claro; pero ¿Cuál es el apoyo que brinda la universidad a esta clase de personajes? Según Marcela “Seria una muy buena idea que dieran un poco mas de plazo para entregar los trabajos, pero si vamos a la realidad, los docentes son muy imparciales con todos los estudiante, tratan a todos por igual ya que tenemos las mismas capacidades. La única diferencia es el tiempo con el que se cuenta y las madres universitarias no somos mayoría”.

Con esto es claro para una madre que a la vez se integra a la vida estudiantil el tiempo debe ser dividido y doblemente aprovechado, pues además de tener el deber de cumplir con sus estudios, son las responsables de sacar sus hijos adelante y velar por su formación. Sin embargo ¿Qué opinan los docentes en todo este asunto? Para Carolina Campalans, docente de Opinión pública e instituciones sociales, de la Universidad del Rosario, “es de vital importancia, para evitar la deserción estudiantil, brindarle herramientas. He tenido la oportunidad de encontrar estudiantes embarazadas, o con hijos, en las aulas de clase. He sido flexible en la entrega de trabajos. Considero que no es nada fácil tener que cumplir con las responsabilidades como madre y como estudiante, a la vez”.

Por otra parte, cabe cuestionar ¿Qué herramientas brindan las instituciones de educación superior para contrarrestar la deserción estudiantil? Pues bien, existen universidades que brindan un apoyo integral no sólo a la madre, sino también al padre que quiera adelantar sus estudios profesionales. Universidades como la Nacional, los Andes, la Fundación Universitaria Juan N. Corpas, el Politécnico Internacional, el Politécnico Grancolombiano y la Pedagógica Nacional, son algunas de las instituciones que ofrecen servicio de guardería y jardín infantil a quienes trabajen o estudien en el plantel educativo. De acuerdo con la la Fundación U. Juan N. Corpas, en una declaración otorgada al periódico El Tiempo, “los índices de productividad y cumplimiento de horario se incrementan en las personas que pueden tener cerca a sus hijos. A sí mismo los usuarios se sienten seguros con el servicio, ya que todas estas instituciones están avaladas por la Secretaría de Integración Social, que regula los estándares de calidad en educación inicial, pedagogía, nutrición, infraestructura y salubridad de los jardines”. Además de las guarderías, algunas de estas universidades cuentan con programas de subsidio y beca para los promedios académicos más destacados.

El esfuerzo viene acompañado de grandes satisfacciones

Mónica es educadora física y tiene 38 años de edad. A sus 18, quedó en embarazo y a los 19 contrajo matrimonio. Debido a la crianza y la adopción de nuevas responsabilidades abandonó sus estudios en psicología. Mientras su esposo trabajaba, a la vez adelantaba sus estudios universitarios, Mónica no sólo se dedicaba a los oficios sino también se consagraba a la crianza de su hija. No obstante, siempre tuvo presente lograr sus metas: “Cuando Tatiana cumplió dos años, ingresó al jardín. Esto me daba tiempo de arreglar la casa y realizar un curso especializado en el manejo de sistemas, a propósito del bum informático de la época. Fue así como logré no quedarme atrás.”

Tras largos 9 años de estudio, en los que tuvo que aplazar varios semestres debido a la difícil situación económica, su esposo logró culminar la universidad. Mónica tuvo la oportunidad de retomar sus estudios superiores, pero esta vez en aquello que siempre la apasionó, la educación física.

Desde el instante en que aprobó el examen de admisión, se levantó cada día a las 3:30 de la mañana. En este tiempo preparaba el almuerzo, y aseaba la casa. Luego realizaba una hora de ejercicio matutino, preparaba a su hija para llevarla a la escuela y finalmente se dirigía a la universidad. Para reducir los costos en transporte, Mónica decidió desplazarse en bicicleta hasta el plantel educativo. Afortunadamente la distancia entre un punto y otro no era tan grande. “En la universidad trataba de aprovechar el mayor tiempo posible. Tenía que repartirlo entre la asistencia a clases, trabajos de investigación y ejercicio físico de resistencia. Al finalizar la jornada, llegaba a casa para recibir a mi hija. Hablábamos sobre lo que cada una había hecho en el día, y luego cada una hacía sus tareas. Por último dormía a eso de las 10 u 11 de la noche”. Con esfuerzo y dedicación, en V semestre obtuvo un alto puntaje; este le permitió ganarse una beca con la cual puedo terminar su carrera. Así fue como logró graduarse a los 33 años de edad.

Para Mónica es imprescindible visualizar que las metas se pueden cumplir. Y aunque existan obstáculos que derrotar, debe predominar ante todo la inteligencia, la perseverancia y la esperanza de un futuro mejor para los hijos. “Cuando una mujer, que es madre, logra culminar sus estudios universitarios y recibe su diploma de graduación, no existe satisfacción más bella que ver a tu hijo hacer parte de ese proceso en el que haz crecido personalmente por él y para él”.

Agradecimientos a:

- Marcela Bejarano Herrera, estudiante VI semestre de Fisioterapia, Institución Universitaria Iberoamericana.

- Andrés Sánchez, Fisioterapeuta, Institución Universidad Iberoamericana.

- Dora Herrera, madre de Marcela y Educadora de profesión.

- Catherine Alejandra Ordóñez, estudiante de VI semestre de sociología de la Universidad del Rosario

- Lina Abello, psicóloga especialista en psicología clínica y social de la Pontificia Universidad Javeriana.

- Mónica Velásquez, Educadora física, Universidad Libre.

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